ALGUNOS PASAJES DE LA VIDA DE VIRGILIO
Ponencia presentada en el II Coloquio de la AMEC, A. C.
por: Martha Elena Montemayor Aceves,
el 21 de mayo de 2009
en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
Virgilio es uno de los famosos poetas latinos de la época de Augusto, se le ha considerado como profeta en la edad media, guió a Dante a través del infierno, es quien retrata la vida del campo, quien da consejos a los agricultores, quien canta el origen de la urbe romana. Es transmisor de mitos y tradiciones, sus historias han llegado hasta nosotros, y han sido plasmadas en el arte, en la música, la literatura, la pintura, la escultura, pero de su vida ¿qué se sabe?
Hay varias biografías, la más amplia y aceptada como verdadera es la que escribió Suetonio, biógrafo romano que vivió en la época de los emperadores Trajano y Adriano, en su obra De poetis, la cual forma parte de otra obra más grande llamada De viris Illustribus. Esta biografía se conoce gracias al gramático Elio Donato, quien al escribir su Commentarium ad Vergilium, la reprodujo al principio con el nombre de Gaius Suetonius Tranquillus. Existen otras fuentes en donde aparecen datos biográficos de Virgilio. Para la redacción de esta ponencia consulté a Suetonio, Probo, Servio, Focas y, además, la Crónica de Eusebio conservada por San Jerónimo. Esta Crónica es como una historia universal, que recopila datos históricos ordenados cronológicamente por años, y se extiende hasta el año 325 d. C.
Publius Vergilius Maro nació en un pueblo llamado Andes, cerca de Mantua, en la región de Lombardía, que antiguamente pertenecía a Véneto, Venecia, cuando Gneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso eran cónsules por primera vez, en los idus de octubre; es decir, Virgilio nació el 15 de octubre del año 70 a. C.
Su padre era un humilde alfarero (figulus) llamado Vergilius Maro, que tenía un pequeño campo de labranza. Virgilio Marón padre había trabajado a sueldo para un tal Mago, quien era un viator, es decir, un mensajero oficial de un magistrado municipal. No se sabe con claridad qué tipo de trabajo desempeñó el padre del poeta, pero por su honradez y habilidad para los negocios dicen que aumentó su patrimonio, que compró bosques y que se dedicó a criar abejas, convirtiéndose así en el yerno de su propio patrón, es decir, se casó con la hija de Mago, llamada Magia Polla, nombre transmitido por Probo y por Servio. Se dice que el padre, en su vejez, se quedó ciego. Focas alude al oficio del padre: “Ante tal portento ¿quién podría dejar de pasmarse? De pobre filón surgió un fruto valioso: el hijo de un alfarero (figulus) moldea (finxit de fingere) singulares versos”.
Cuando Magia Polla estaba embarazada, soñó que paría no un niño sino una rama de laurel, que esa rama se unía al suelo, que echaba raíces y que crecía rápidamente convirtiéndose en un árbol maduro lleno de frutos y flores. Focas señala que el laurel es el árbol de Apolo, y que la madre supo de antemano el genio que tendría su hijo. El sueño de la madre anunciaba que el futuro hijo estaría ligado a la poesía.
Al día siguiente del sueño, Magia Polla se dirigía con su marido a un campo vecino cuando se tuvo que apartar del camino y en una zanja a un lado de la vía dio a luz. Era costumbre plantar una rama de álamo en recuerdo de un nacimiento, por lo que el padre plantó una inmediatamente después del alumbramiento, ésta creció en muy poco tiempo hasta convertirse en un árbol del mismo tamaño de otros que habían sido sembrados mucho tiempo atrás. De esta leyenda popular se deduce una de las etimologías del nombre de Vergilius, relacionada con virga, rama de árbol. Ya sea el sueño de la madre o la leyenda, la intención de los biógrafos es señalar desde antes de su nacimiento el gran talento y genio del poeta, así como su productividad.
Cuentan que cuando nació, no lloró, y que tenía un semblante muy tierno, lo que indicaría su carácter y personalidad: tímido, tranquilo y delicado.
Su niñez la pasó en Cremona hasta que tomó la toga viril, a la edad de 15 años. Suetonio señala que ese mismo día murió el poeta Lucrecio, con lo cual hace hincapié en la inclinación que Virgilio tenía hacia la filosofía epicureísta, lo cual también señala Probo. En Cremona, su familia poseía tierras, ahí hizo sus primeros estudios de gramática. Después en Milán, como a los 17 o 18 años, estudió retórica. A los 20 años llega a Roma para perfeccionarse en la oratoria y, sobre todo, en la vida forense, es decir, en el cursus honorum. Estudió ahí filosofía con su maestro Sirón y oratoria con el maestro Epidio, con quien tuvo como compañero de clase al futuro Augusto, quien era siete años menor que él.
Se sabe que existían retratos del poeta, por ejemplo, Marcial menciona un manuscrito que tenía su imagen en la primera tabla, haciendo la broma de que el manuscrito era muy pequeño en comparación con el gran Marón. Existe un mosaico del siglo III d. C., procedente de Hadrumentum (Susa), en la actual Túnez, en el que se representa al poeta sentado, a ambos lados y de pie lo acompañan las musas; a la derecha del poeta está Calíope con un pergamino; a la izquierda Melpómene con una máscara trágica, una corona de hojas de parra en la cabeza y coturnos. Virgilio tiene sobre sus rodillas un manuscrito donde se lee Musa, mihi causas memora, quo numine laeso.
La descripción que Suetonio hace del poeta es la siguiente: “Fue de gran cuerpo y estatura (corpore et statura fuit grande), moreno (aquilo colore), de aspecto rústico (facie rusticana), enfermizo (valetudine varia), padecía frecuentemente del estómago (a stomacho), de la garganta (a faucibus) y de dolor de cabeza (dolore capitis), también arrojaba sangre con frecuencia (sanguinem saepe reiecit). Comía y bebía poco (cibi vinique minimi fuit), fue de gusto muy inclinado hacia los muchachos (libidinis in pueros pronioris)”. Nunca se casó, pero se dice que tuvo vínculos amorosos con una tal Plocia Hieria, pero que, siendo anciana, contaba que Virgilio se había negado a tener cualquier tipo de relación con ella.
Era muy tímido, la mayor parte del tiempo vivía aislado en Nápoles y en Sicilia, a pesar de que tenía una casa en Roma junto a los huertos de Mecenas en el Esquilino. Si alguna vez era visto en público, en Roma, se refugiaba en la casa más cercana, para evadir a los que lo seguían y señalaban, pues sucede que se hizo muy famoso después de la composición de las Bucólicas, entre el 42 y 39 a. C., cuando tenía entre 28 y 31 años. Las Bucólicas tuvieron tal éxito que fueron recitadas muchas veces en escena por cantores. Tácito, en el Diálogo de los oradores, comenta que el pueblo mismo fue testigo del éxito, pues habiendo escuchado en el teatro los versos de Virgilio, se levantó y lo veneró casi igual que a Augusto.
Suetonio lo llama probo (probus), Horacio lo describe como el que tiene el alma más bella (anima candida). Servio cuenta que era tan pudoroso (verecundissimus) y tan insensible a la pasión amorosa (inapatiens libidinis fuit) que lo llamaban Parthenias, lo que pudo haber sido un juego de palabras por la semejanza entre la palabra Vergilius y virgo (virgen), o porque simplemente aludían al nombre que tenía entonces Nápoles, Parthénope.
Tuvo muy buenos amigos, entre los más importantes se encuentran Mecenas y Augusto, gracias a los cuales llegó a poseer cerca de diez millones de sestercios, una casa en Roma y una villa en Nápoles. Otros amigos fueron Cayo Asinio Polión, Publio Alfeno Varo y Cayo Cornelio Galo, quienes le ayudaron a recuperar sus tierras cuando por orden de Augusto se expropiaron las de Cremona y Mantua en favor de los veteranos de guerra, después de la victoria de Filipos. Sus íntimos amigos fueron Plocio Tuca y Lucio Vario Rufo, ambos eran poetas, Vario escribía tragedias, pero no se conserva obra alguna de ellos. Horacio cuenta que cuando él viajaba rumbo a la Campania en compañía de Mecenas, en Sinuesa, ciudad famosa por sus vinos y aguas termales, se encontró con Virgilio y sus amigos Plocio y Tuca, “¡Qué de abrazos! –dice Horacio- ¡Qué alegría sentimos! Nada preferiré a un buen amigo mientras esté en mi sano juicio…”. Cuando todos llegaron a Capua, Mecenas se fue a jugar pelota, pero Virgilio y él, Horacio, se fueron a dormir, “porque para los enfermos de los ojos y para los que no tienen buena digestión, no es bueno jugar a la pelota”. Horacio padecía de la vista y Virgilio del estómago.
Virgilio estudió medicina, matemáticas y oratoria. Sólo una vez defendió una causa ante los jueces, dice Suetonio: “una sola y no más (nec amplius quam semel), pues decían que era lentísimo en el discurso (in sermonem tardissimum) y casi un ignorante (paene indoctum)”. Sin embargo, cuando Virgilio leyó a Augusto las Geórgicas, lo hizo durante cuatro días seguidos; Mecenas le ayudó a leer, cuantas veces interrumpía el poeta mismo la lectura por el cansancio y la indisposición de la voz. “Recitaba con suavidad y admirables encantos (pronuntiabat cum suavitate et lenociniis miris)”. Séneca, el viejo, refirió que Julio Montano, poeta de la época de Tiberio, quiso imitar una descripción de Virgilio, pero que había dicho que “sin duda esos mismos versos sonaban bien cuando él mismo los declamaba, que sin él eran insignificantes y mudos”.
Cuando tenía alrededor de 16 años, escribió Catalepton, Priapea, Epigramas, Dirae, Ciris, Culex, Aetna, todas estas reunidas en el Appendix Vergiliana. Cabe mencionar que la autoría de estas obras es discutida, pero Suetonio las menciona como para darles autenticidad.
Escribió las Bucólicas cuando tenía 30 años, empleó tres años en componerlas, las dedica a sus amigos Asinio Polión, Alfeno Varo y Cornelio Galo, por haberlo ayudado a conservar sus tierras, en la distribución que de ellas habían ordenado los triunviros, como se mencionó anteriormente.
Tenía 33 años de edad cuando empezó las Geórgicas, las cuales dedica a Mecenas. Se cuenta que cuando las estaba escribiendo, solía dictar diariamente muchos versos en la mañana, que los revisaba durante el día y, al atardecer, los reducía a muy pocos, diciendo que él paría el poema a la manera de una osa, que, lamiéndolo, le daba forma, hasta que finalmente lo componía. Escribió las Geórgicas en siete años.
Comenzó la Eneida a la edad de 40 años, acerca de ella dice Suetonio “un tema variado y múltiple (argumentum varium ac multiplex), y semejante a ambos poemas de Homero, además con personajes y hechos griegos y latinos en común (nominibus ac rebus Graecis Latinisque commune), y en el que estaría contenido lo que más deseaba, el origen de la urbe romana y el de Augusto a la vez (simul urbis et Augusti origo)”. Escribió la Eneida en once años, primero la hizo en prosa, la distribuyó en doce libros, y después decidió ponerla en verso.
Cuando tenía 52 años de edad (anno aetatis quinquagesimo secundo), de acuerdo con Suetonio, con la intención de “dar la última mano a la Eneida” (summam manum), decidió irse a Grecia y a Asia. Había pensado revisarla en los siguientes tres años, porque después quería dedicarse de lleno al estudio de la filosofía. Pero en Atenas se encontró con Augusto, que regresaba a Roma proveniente de Oriente. Decidió acompañarlo e, incluso, regresar junto con él. En la ciudad vecina de Megara, entre Atenas y Corinto, donde había un sol ardiente, se enfermó, tal vez sufrió de insolación y de fiebre muy alta, y al continuar el viaje por el mar Adriático, empeoró, de modo que llegó a Brindisi, en la antigua Calabria, actual región de Apulia, mucho más grave. Murió a los pocos días, el 21 de septiembre, siendo cónsules Cneo Sentio y Quinto Lucrecio, es decir en el año 19 a. C.
Fue trasladado a Nápoles y enterrado a dos kilómetros de la actual Pozzuoli, en su tumba se puede leer este dístico, que parece haber sido dicho por él mismo, porque está redactado en primera persona:
“Mantua me genuit, Calabri rapuere, tenet nunc
Parthenope; cecini pascua rura duces”.
“Mantua me engendró, los calabrenses me arrebataron [la vida], ahora me tiene Parténope [Nápoles]; canté los pastos [Bucólicas], los campos [Geórgicas], los generales [Eneida].”
Sus padres murieron –dice Suetonio- cuando él era ya grande (iam grandis), no especifica a qué edad. Tuvo dos hermanos carnales (duos fratres germanos), Silón y Flaco, los dos ya habían muerto hace tiempo, uno siendo niño, el otro en edad adulta. A su muerte sólo le sobrevivía un medio hermano, por parte de madre, llamado Valerio Próculo, al cual instituyó como heredero en su testamento, lo cual demuestra el cariño que le tenía. El patrimonio hereditario era denominado as, y la forma solemne de repartirlo era dividiéndolo en 12 uncias, o sea en 12 partes. Así pues, Virgilio dispuso en su testamento lo siguiente:
Que la mitad fuera para su medio hermano Valerio Próculo, y que la otra mitad se repartiera así: una cuarta parte para Augusto, una doceava parte para Mecenas; otra doceava parte para Vario y otra doceava parte para Plocio. Y aparte, mediante un legado, dejó sus escritos a Vario y a Tuca, bajo la condición de “que no publicaran nada, que no hubiera sido publicado por él” (ne quid ederent, quod non a se editum essent).
Virgilio había pedido a Vario, antes de alejarse de Italia, que si algo le ocurría quemara la Eneida, a lo que Vario se negó rotundamente. Por eso, cuando estaba sumamente enfermo, Virgilio pidió sus cajas (scrinia), donde guardaba sus manuscritos, para quemarlos él mismo. En ese estado de gravedad ya no pudo disponer formalmente nada en su testamento que se refiriera a la Eneida y así Vario pudo cumplir el deseo de Augusto, publicar la Eneida.
¿Cuál era la razón por la cual Virgilio quería quemar la Eneida? Sus biógrafos coinciden en que a Virgilio le gustaba pulir sus escritos, como lo demuestra la anécdota contada por Aulo Gelio, que primero paría el poema y después lo lamía a la costumbre de la osa, es decir, que primero lo escribía y después lo pulía hasta quedar perfecto. Por eso decidió irse a Grecia, por un lado para conocer los lugares en que había ubicado a sus personajes; por otro lado, para corregir su obra en un período que él mismo se había fijado, tres años. Esa es la razón por la que quería quemarla, porque no estaba pulida.
Pero existe una nueva interpretación sobre su muerte. Jean-Yves Maleuvre, en su tesis doctoral presentada en la Université de Paris X-Nanterre en 1992, y en su ensayo titulado La mort de Virgile d’après Horace et Ovide (1992), conjetura otra razón. Dice que Virgilio estaba en desacuerdo con el proceder del Princeps, con el propio sistema político imperial, con las muertes no naturales de muchos opositores, dice que incluso Virgilio había formulado veladamente denuncias y que Augusto se habría percatado de eso. Basándose especialmente en el poeta Horacio, Maleuvre sugiere que Virgilio no habría querido legar a la posteridad el largo poema en que celebraba al Princeps y a la gens Iulia, y que por eso había pedido a sus amigos que quemaran el poema.
Sea verdad o no esta interesante tesis, le tenemos que agradecer a Augusto el haber decidido legar a la posteridad esta magnifica obra; así como también a Donato que nos haya transmitido la biografía de Virgilio escrita por Suetonio, que resulta ser la más completa.
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Gaius Suetonius Tranquillus tuvo como protector y mecenas a Plinio el Joven, vivió entre los años 70 y 140 d. C. Antes de las Vitae de los Césares, escribió esta obra “menor” titulada De Viris illustribus, dividida en cinco libros: De poetis, De oratoribus, De historicis, De philosophis y De gramaticis et rhetoribus.
Focas, gramático de la ciudad de Roma, vivió en el siglo V d. C. Escribió la Vida de Virgilio en hexámetros.